NUESTRA
CULTURA EN EL EXTERIOR.
Cualquier propuesta
de plan para la acción cultural exterior debe partir de la siguiente premisa:
la cultura ha ido ganando en los últimos años espacio social, político y
económico, lo que pone en evidencia su creciente carácter transversal en las
sociedades contemporáneas. El sector cultural se constituye hoy en día como una
parte relevante del PIB y de la población activa tanto en los países más
desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Por otro lado, la
cultura ocupa actualmente un lugar protagonista tanto en los medios de
comunicación más tradicionales (prensa escrita, televisión) como en los de más
reciente creación (Internet, redes sociales), siendo las TIC (Tecnologías de la
Información y la Comunicación) el medio por excelencia en que la cultura se
crea, se difunde y por el que se accede a sus contenidos y consumo. Si éste es
nuestro presente, es indudable que el futuro parece reservar a la cultura un
lugar aún más preeminente, basándose en la enorme diversidad cultural que afl
ora en el proceso irreversible de globalización, en los movimientos migratorios
y en los confl ictos asociados a esos movimientos. Asuntos tan trascendentales
como el sentido de pertenencia o la convivencia están inscritos en las
sociedades contemporáneas en el ámbito de la cultura. Conviene también ser
conscientes de que este Plan forma parte de un proceso de crecimiento de
nuestra acción cultural exterior en las últimas décadas, en el que pueden
señalarse jalones como la creación del Instituto Cervantes en 1991, en un
momento de clara efervescencia en la reconstrucción de la imagen de España en
el mundo, con acontecimientos como la Exposición Universal de Sevilla o los
Juegos Olímpicos de Barcelona. Cabe resaltar, también, el papel protagonista
desempeñado por España en iniciativas multilaterales, tales como la Agenda
Cultural Europea de la UE, que subraya la diversidad cultural europea como un
activo importante de su proyección en un mundo inmaterial y basado en el
conocimiento, la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de
las Expresiones Culturales de la UNESCO, como instrumento para el diálogo
intercultural como reto de primera magnitud para un orden mundial basado en la
paz, o la Carta Cultural Iberoamericana, que establece marcos regionales específi
cos de cooperación cultural. Este proceso ha ido acompañado de un trabajo
constante tanto de la sociedad civil como de las instituciones públicas con
competencias en el ámbito de la acción cultural exterior. El Ministerio de
Asuntos Exteriores y de Cooperación (MAEC) y el Ministerio de Cultura (MCU),
instituciones que propiciamos este documento, somos conscientes de que, en
estos momentos, la sociedad en general y, en particular, los sectores que
componen el mundo de la cultura reclaman una acción más efi ciente y coordinada
del Estado en esta materia.