El incendio grande
El domingo 4 de octubre de 1896, Guayaquil amaneció
tranquilo. El Grito del Pueblo, un diario de aquella época, publicó en una de
sus páginas que esa noche a las 8:30 se estrenaba en el Teatro Olmedo la
preciosa y siempre aplaudida zarzuela «El Juramento», los templos de la urbe se
llenaron de fieles y nada indicaba que se produciría una de las mayores
tragedias que registra la historia de nuestra ciudad: El Incendio Grande
conocido también como el Gran Incendio de Guayaquil.
El lunes 5, a las 11 y 40 de la noche, unos gritos
llamaron la atención del vecindario de las actuales calles de Aguirre, Malecón,
lingworth y Pichincha. Estaban ardiendo los bajos de la casa de un doctor
llamado Carlos Matheus y Pacheco, situada en la esquina de Malecón y Aguirre,
donde funcionaba el almacén de novedades «La Joya» de propiedad de los
extranjeros Manessevitz y Bowsky, con el No. 161 por el Malecón. Al poco rato
las llamas han contaminado los almacenes vecinos con frente a la ría y arden
las tiendas de José Feldman con el No.159. El bazar Parisién, de Alejandro
Meret, con el No. 158; la Capital, con el No.157, La Opera, que recién ha sido
fundado por un señor de apellido Raymond; los almacenes de Aquiles Rigail, con
el No. 150, y ya en la esquina de lllingworth, el Casino Español, donde los
caballeros de la época saboreaban deliciosos vinos europeos.
Esta primera manzana comprendía 5 casas, a saber: Por el
Malecón, la del doctor Matheus y de la señora V. de Aguirre que vivía en París
en el momento del flágelo; luego la del doctor Vallejo que estaba en
construcción; la de la familia Ycaza, donde vivía una familia de apellido
Wright, teniendo en los bajos a la Librería Española de Pedro V. Janer y las
oficinas de González Bazo. Por último está la casa de don Adolfo Hidalgo
Arbeláez, en cuyos bajos funcionaba el Banco Territorial y la Compañía
Ecuatoriana de Seguros contra Incendios, que quebró a consecuencia del
siniestro, como las demás compañías de seguros que existían en Guayaquil, al no
poder cubrir los daños que el público asegurado reclamaría después.
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